Este proyecto aborda algunas de las obras para violoncello y piano escritas en las primeras décadas del siglo XX tomando como punto de partida las aportaciones del compositor Andrés Gaos Berea y contextualizándolas con otras obras escritas por cuatro compositores de Francia, Reino Unido, Hungría y España respectivamente en los primeros veinte años de este siglo.
Andrés Gaos (1874-1959) fue un violinista, compositor y pedagogo nacido en A Coruña y afincado en Buenos Aires durante buena parte de su vida. Escribió dos obras para cello y piano que se interpretan con la edición de la partitura realizada por Joam Trillo. Humoresque, data de 1905 y tiene una duración aproximada de 10 minutos. Es una pieza alegre y desenfadada, en la que se alterna un estribillo que nos recuerda vagamente a la primera de las 5 piezas populares de Schumann (Mit Humor) y dos estrofas de carácter contrastado entre sí, siendo la primera de ellas virtuosística y la segunda de inspiración romántica y cualidad cantabile. La obra fue dedicada a Charles Marchal, profesor de violoncello y colega de Gaos en el Conservatorio fundado por Alberto Williams en Buenos Aires. Chant élégiaque, con una duración aproximada de 8 minutos, data de 1917 y fue dedicada al cellista universal Pau Casals. De carácter profundamente romántico, tiene reminiscencias impresionistas y armonías que nos recuerdan levemente a la música de Fauré. Casals no llegó a interpretar nunca Chant élégiaque y la pieza pasó a formar parte del repertorio utilizado en sus clases por el cellista y amigo de Gaos, Charles Marchal.
El compositor inglés Frank Bridge (1879-1941) compuso sus 4 piezas para cello y piano entre 1901 y 1910 de modo independiente. Aunque originalmente escritas para cello y piano, fueron publicadas varias versiones diferentes que iban desde el piano solo a la orquesta sinfónica. Se trata de piezas cortas y de carácter tranquilo y sereno. Berceuse data de 1901, Serenade es de 1903, Élégie de 1904 y Cradle Song está fechada en 1910.
Nadia Boulanger (1887-1979), considerada por muchos como “la mejor pedagoga musical que jamás existió”, escribió sus 3 piezas para cello y piano en 1914. La primera de ellas, Moderé, tiene una duración de 3 minutos aproximadamente y evoca una atmósfera transparente y de carácter impresionista. La segunda, Sans vitesse, et á l’aise, rememora la música modal y nos retrotrae a un ambiente de inspiración medieval. La más brillante es quizás la tercera y última, Vite et nerveusement rythmé, llena de giros humorísticos y con un carácter irónico y mordaz.
Zoltan Kodaly (1882-1967) compuso el Adagio para violín y piano en 1905 y le dedicó esta obra al excepcional violinista Imre Waldbauer. En 1910 el compositor publicó las versiones para viola y cello. Es esta una pieza profundamente expresiva, como a menudo ocurre con la obra de Kodaly, si bien en este caso la expresión es íntima y reflexiva, sin el énfasis en los giros rítmicos propios de la música húngara que a menudo encontramos en otras obras de este compositor.
Aunque Enrique Granados (1867-1916) escribió 3 piezas originales para cello y piano: Trova, Madrigal y Danza Andaluza, probablemente la transcripción del Intermezzo de la ópera Goyescas realizada por Gaspar Cassadó en 1923 es su pieza más popular hoy en día entre los celistas. Y no es de extrañar que así sea puesto que, como es habitual en la música arreglada por Gaspar Cassadó, en este caso nos encontramos con una adaptación perfectamente adecuada al registro del cello y en la que, además de identificar con claridad el carácter elegante y altanero de la música española, el cello se exhibe en todo su potencial tímbrico.
– Carolina Landriscini
En el siguiente enlace podéis leer la reseña publicada en la Revista Scherzo de enero de 2022.